TÚ TAMBIÉN ERES MARIPOSA
Ven a mí, muñequita de rizados cabellos,
la visión de mis sueños, de mis sueños de azul,
porque tú también eres mariposa dorada,
porque tú también eres mariposa de luz.
Ven a mí, y en mis brazos deja el suave perfume
de tu cuerpo de mármol, que es mi eterna ilusión,
y en mi boca el aroma de tu boca de fuego:
llamaradas radiantes convertidas en flor.
Y en mi frente, que un día coronaste de rosas,
deja un beso fragante, delicioso y sutil,
encendido y rïente como un sol de esperanza,
vibrador como el canto del fugaz colorín.
Y después, cuando el sueño en tus brazos me deje,
veré lindos jardines, coronados de azul...
Y tu imagen nimbada de cien mil resplandores...
¡Aunque tú también eres mariposa de luz!
Eduardo de Ory

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