Eduardo de Ory



EL ALMA DE LAS COSAS

En el maravilloso e inmensurable Todo
cada cosa nos habla y nos canta a su modo.

Desde lo más excelso hasta la tenue espiga
que, al brotar, se dijera que teje una cantiga...

Desde el leve gusano hasta la rauda estrella
que deja en el espacio una fúlgida huella...

Cada cosa a su modo dice su poesía:
todo en la vida canta con áurea melodía.

Cuando las rosas abren sus perfumadas pomas

¿no dicen bellos himnos, simbólicos, de aromas?

El ave, cuando canta, ¿no modula una rima?

El sol ¿no dice un salmo deslumbrante en la cima

de la cumbre gigante cuando su luz reposa?

¿No dice su canturia de alas la mariposa?

Mas no todas las almas gustan de estos encantos:

¡no todos los oídos perciben estos cantos!

Hay músicas sublimes que no son comprendidas:

¿sutilezas al vulgo? ¡Serán inadvertidas!

¿Qué sabe de armonía la muchedumbre necia?

¡Por eso que la ignora, constante, la desprecia!

Para almas exquisitas se hicieron los lirismos:

¡no para las que sólo gustan de prosaísmos!

Poeta: eres dichoso sobre todas las cosas,

tú interpretas los tenues perfumes de las rosas,

las trovas de las aves... lo que es sutil y leve:

¡para ti nada hay vano, despreciable ni breve!

¡Por algo el gran Artista de la Naturaleza

dio a tu espíritu noble sensación y belleza!

¡Por eso de los ritmos de la vida eres dueño,

y en realidad conviertes tu quimera y tu sueño...!

Eduardo de Ory

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